Recién concluidas las elecciones
en Euskadi y Galicia y de un análisis en caliente de sus resultados se
desprenden tres conclusiones principales en términos de política estatal y sin
entrar a valorar otras cuestiones que innegablemente han sido determinantes en
los resultados, especialmente en Euskadi (la participación plena de la
izquierda abertzale y la ausencia de la amenaza de ETA).
1. En primer lugar, el partido
que aparece como más castigado por el electorado después de un año de mayoría
absoluta del PP en el gobierno, y con un nivel de crisis económica, social y de
concepción del Estado sin precedentes, es el PSOE. Parece, así, que la gente no
sólo no perdona a esta formación el famoso giro antisocial dado el 10 de mayo
de 2010, sino que le impone un castigo adicional como consecuencia de su tibia
(por no decir inexistente) oposición. Los posicionamientos ambiguos de
Rubalcaba y su partido reciben un varapalo que se suma al desastre cosechado en
las últimas elecciones generales.
Parece evidente que el PSOE ha
dejado de ser percibido como una opción alternativa de gobierno por la
ciudadanía, que lo percibe, correcta o incorrectamente, como un equivalente del
PP, pero menos creíble, si cabe, que éste.
Por otro lado, su tradicional
implantación fuerte en la mayoría de comunidades autónomas, a diferencia de un
PP fuertemente marginado en algunas circunscripciones, convertía al PSOE en el
partido de mayor implantación transversal en el todo el Estado. Los resultados
en Galicia, Euskadi y seguramente en Cataluña, anuncian también el fin de esa
presencia dominante, ocasionado por la pérdida de un posicionamiento lúcido
respecto de la diversidad del Estado.
La renovación del PSOE se hace
pues más urgente que nunca si quieren recuperar un papel político sustancial,
pero también, como ahora veremos, si se quieren organizar mayorías progresistas
que permitan sacar al PP de las instituciones y combatir sus nefastas políticas
económicas y sociales.
2. Por otro lado, la izquierda
alternativa, allí donde consigue agruparse en torno a objetivos claros y lanzar
una imagen de unidad y renovación, cosecha importantes resultados electorales,
situándose en una dinámica de crecimiento clara que la legitima cada vez más
como instrumento de cambio político y social.
Ahora bien, será necesario dar
una mayor cohesión a estas alianzas y profundizar en su proyecto compartido así
como evitar dinámicas de autoafirmación y división si se quiere garantizar esa
credibilidad creciente.
De continuar las dinámicas
señaladas hasta ahora, no es descartable un escenario a la griega, en el cual
el tradicional partido socialdemócrata sea desplazado por una fuerza
progresista unitaria y diversa como principal fuerza de oposición y, en
consecuencia, de gobierno. Ahora bien, es necesario tener en cuenta dos cosas a
respecto. En primer lugar, este escenario está todavía muy lejos en el
horizonte. En segundo lugar, y como demuestran los resultado en Galicia, aún
con un ascenso espectacular de la izquierda alternativa, es prácticamente
imposible sacar a la derecha del poder con un PSOE en caída libre. La
socialdemocracia es, en este sentido, necesaria para cualquier proyecto de
cambio social vehiculado a través de las elecciones, ya que sin ella, la derecha
del PP tiene garantizada una muy holgada mayoría.
3. Y llegamos así al punto final.
El Partido Popular, al mismo tiempo símbolo y adalid de los recortes, de
la crisis y de la crispación social, no
sólo se mantiene como primera opción política para los españoles, sino que
además consolida su mayoría absoluta en Galicia, dando así una bocanada de aire
fresco a Rajoy.
Es cierto que se ha producido
una pérdida relevante de votos, tanto en Galicia como en Euskadi, y
previsiblemente en Catalunya, pero dicha pérdida es todavía mayor en su
principal contrincante, el PSOE, por lo que en el saldo final el PP acaba
resultando favorecido.
¿Cómo es posible que en este
escenario de crisis múltiple el Partido Popular mantenga tal nivel de apoyo? Me
parece que la respuesta cabe buscarla en dos factores. Por un lado, la
ferviente adscripción ideológica de sus votantes, con un grado de fidelidad
envidiable, que ya querría la izquierda para si, mucho más propensa a la
hipercrítica, la lucha por las “esencias” y el desengaño.
Por el otro, que la parte
fluctuante de votantes de centro, que pasa del PP al PSOE según el ciclo
político, ha perdido su confianza en el Partido Socialista, por lo que ya no
hay una alternativa al PP percibida como tal a nivel de Estado para la gente
que se sitúa en el centro del espectro político.
Convendría que todos tuviéramos
claras estas cuestiones y trabajemos de forma consecuente si no queremos que
dentro de unos años este país sea un páramo en
el que en lugar de oasis solo haya casinos.
Wikio
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